Crónica

San Valentín bajo protesta


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Alexis Castillo/ @alexisnoticia

Apenas un puñado de muchachos se hizo presente  este viernes 14 de febrero en el crucero de Lechería poco antes de las 10:00 de la mañana. La celebración del día del amor y la amistad no alteró su ánimo de manifestación.

Fue la hora anunciada de una concentración con el mismo tono rebelde y reclamativo. Apenas unos tantos se plantaban frente a los carros cuando el semáforo lucía en rojo. La intermitencia del cambio de luz hacía posible transmitir su inconformidad.

Alzaban pancartas con mensajes escritos que les permiten gritar a los conductores su descontento. Instan a la protesta, les anima un descontento no circunstancial. Llevan rabia en el alma y se justifican por la falta de mejores condiciones para la vida cotidiana. Dicen estar hartos de ver hacer colas por la compra de alimentos, por víveres elementales, por fármacos, por el rumbo económico.

Los jóvenes protagonistas de esta jornada afirman que están movidos por la inseguridad que galopa sobre la vida de compatriotas. Por las muertes y los detenidos tras días de agitación en un país que sigue en tránsito a una conflictividad en ascenso.

A eso de las 10:30am un número mayor de estudiantes se movilizó bajo el distribuidor “Fabricio Ojeda”, un paso neurálgico en la transitada avenida Jorge Rodríguez (Intercomunal) que une a los cuatro municipios del eje norte de Anzoátegui.

La Intercomunal es una vía amplia de cuatro canales. Los estudiantes cerraron uno por cada sentido. Vociferan consignas, alzan la voz contra el gobierno. No esconden que quieren cambios en la conducción. No gritan por un golpe de Estado, no quieren violencia, quieren ser escuchados.

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Lo afirma Juan Ibor, dirigente estudiantil de la Universidad de Oriente (UDO) y líder de Voluntad Popular: “La protesta se ha extendido a nuestros padres, madres y trabajadores. Queremos recordarle al gobierno que el derecho es para todos y no que por un color partidista tengan algunos más derechos que otros venezolanos”.

Remata y dice que “protestamos porque nos quitan nuestro derecho a la libertad de expresión, porque con la represión nos está causando mal y ha sido manchada de sangre la manifestación. Seguimos en la calle, pero la lucha es no violenta. No somos golpistas”.

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Contemplo desde un extremo de la calle todo el desarrollo de los hechos. Escucho a dos señoras que expresan su respaldo a la movilización de los universitarios. Argumentan torpezas gubernamentales, escasez, limitaciones, sanciones injustas a la ciudadanía.

Hay otras personas presentes que pretenden argumentar la provocación y el caos. Una señora se altera al escuchar que no es sensato cerrar la vía pública. “Aquí los estudiantes hacen lo que sea porque no podemos actuar con miedo, ya está bueno”. Entre los jóvenes hay desconcierto, negativas a lo dicho, pero la mujer recomienda ser radical como respuesta al malestar. Esto último preocupa, porque aunque no es el ánimo de muchos, termina siendo una mala conseja.

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Reacción fatal

El jueves 13 en la tarde un piquete policial les mostró cuán rudo es un agente cuando reprime. Los jóvenes escupen malestar por el maltrato al que fueron sometidos. Es leña para la inconformidad, porque alienta aún más el fuego de la acción de calle.

José Toledo, estudiante del Instituto Universitario José Antonio Anzoátegui, cuenta que estuvo en la pasarela de Boyacá en Barcelona donde ocurrió todo. Admite que la agresión la disparó la acción irregular de un grupo de muchachos. “Se había establecido un acuerdo para no mover de su sitio unos cauchos, cuando algunos lo hicieron, allí empezó la policía a disparar perdigones y disolver la concentración”.

Lo narrado por Toledo confirma que la acción policial ocurre por la delimitación de espacios con cauchos, palos y piedras que llevan a cabo miembros de la manifestación. Otros entrevistados cuentan que la actuación policial la justificó la intención de algunos por incendiar las llantas, un acto de provocación que había sido advertido por los uniformados que no sería tolerado. En todo caso, la escena desequilibrante terminó en violencia oficial.

Y debajo del distribuidor Fabricio Ojeda la agitación pasó más allá de las 12:00 pm. La concentración alcanzó a ser más robusta pasado el mediodía, por cuanto gota a gota se van sumando chicos y chicas de distintas corrientes, universidades y centros educativos. Hay en esta manifestación políticos, padres, madres, periodistas, fotógrafos, motorizados, trabajadores, curiosos.

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Por el lugar pasan críticos a la protesta, hay policías de civil calibrando todo desde camionetas, motos y autos particulares. Hay fiscales de tránsito desviando los carros, gente incómoda en cola. Es un registro que invita a la reflexión, a seguir el pulso de los acontecimientos con atención, es materia prima para seguir contando sobre todo porque San Valentín transcurre bajo protesta.

 

 

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